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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



16.6.11

201. Emi, Goti y Cañamón


          Santo Domingo Savio, santito italiano nacido muerto a los 14 años, fue, es y será ejemplo de precocidad napolitana e intelectiva. Nacido muerto en Porto Allegrini, cerca de Rimini, cursó estudios de kindergarten en Polentza di Mare y acometió los grados parvularios en la Scola Annormale del Pater Piocopolo, en Mennara. Desde la fecha de su nacimiento, el occiso Dominguito olía mal, pero hacía milagros, muchos de los cuales fueron incomprendidos en su época. Llenaba de pobres las puertas de los conventos de la Lombardía; creó de la nada miles y miles de menesterosos que iba depositando en los claustros y abadías mencionados. Curaba la afonía de las canzonetistas más promiscuas y salaces, disolvía sinagogas a mucha distancia, promovía disidencias en palacio, amaestraba zarigüeyas y tapires, trocaba el haz en envés y hacía que los leprosos bailaran motetes y gigas. El día de su segunda muerte, acaecida un lunes de otoño en San Pietro della Bregna Preta, todo Nápoles se puso en fiesta y el Etna exhaló una nube casi mágica de un color entre cobalto y cromo, que adquirió en el firmamento la forma de una góndola llena de cuervos y damajuanas. Dios lo acogió en su seno a las 14.25 y ya estaba en el cielo a las 16.31. Fue beatificado y santificado por el Papa Sancho Nono en el año mil y pico.