+

FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



4.6.11

200. Mi tío Samuel


          La vergüenza de Tota Oña, marquesa de las Vaguadas, era una vergüenza antañona, medieval, casi carolingia, yo diría incluso que era una vergüenza mesolítica. Y no es para menos, y verán ustedes porqué: resulta que Tota tonteó una primavera con Queco Ostiz, barón de L'Orville-Leduc, allá en la época coincidente con su más tierna juventud, cuando iba con su madre, la condesa de la Bastilleira, a pasar los meses calurosos a Farnadeiros, villa lucense lindante con San Xiao do Camiño. Allí, y tras el devaneo gallego con Queco, una galerna de las que hacen época dio un vuelco a la vida de Tota: dos mil marineros de bajura murieron en la tempestad, millones de pulpos aparecieron rotos y maltrechos muy lejos de la costa, cerca de Cacabelos, provincia de León, el maestre de los gremios coraleros de Baloira apareció degollado en la taberna de Mariazorriña, y la totalidad del mejillón huesudo desapareció como especie y como manera de entender la vida. No es, por tanto, necesario insistir en cómo la vergüenza acompañó desde entonces la triste vida de Tota y la de todos los que la rodeamos y malquisimos.