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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



18.8.10

167. El ciervo y la gusana


          Precisemos con concreción prusiana el lugar exacto de la colina en el que ubicaremos el estandarte. No vale cualquier punto. Ha de ser un punto que equidiste de otros puntos. La estrategia y la logística de armamentos establecen las reglas canónicas que nunca se deben vulnerar. En la batalla de Aquatteri, el dogo Ulpiano Casavetti consintió en el desabastecimiento de grano en la ciudad de Venecia durante seis meses a cambio de poder disponer del flujo necesario de estraperlo de pólvora polaca en los puntos claves de almacenamiento en el Adriático. Esto salvó, a pesar de la hambruna, el errático predominio político y militar de las pocas ciudades-estado todavía sobrevivientes a finales del siglo XVII. Gismondo Trotti, en un ejercicio de prepotencia equivocada, no se atuvo a regla alguna en el asedio de Capua y enarboló la enseña de la opción equivocada. El Papa lo castigó con justeza y con justicia y acabó sus días en las mazmorras del castillo Maroni, apartado como si fuera un apestado de los círculos de poder. Por tanto, pensemos con serenidad el lugar exacto donde colocaremos nuestro estandarte; en ello nos va no sólo la vida, también nos va el honor y la gloria.

          Un beso muy gordo, te quiero:

          Mari Puri.