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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



24.2.10

117. Mujeres en barbecho


          Estando en Brindisi, ciudad en la que el año 19 a. C. murió el poeta Virgilio, vi con angustia que mi nostalgia se hacía convexa y laxa como nunca antes lo había estado. Vi que la gente me observaba con asombro en sus miradas, como si la convexidad y laxitud de mi nostalgia se hicieran visibles para ellos. Este sentimiento de tristeza geográfica y temporal que es la nostalgia, no provoca vergüenza, no se esconde como un estigma pasional, es más, a veces, incluso, ennoblece a un alma hasta entonces juzgada por atrabiliaria y disipada. ¿Por qué, entonces sentía aquel rubor en las mejillas? ¿Por qué escondía en los claustros y zaguanes hasta la sombra de mi sombra? Cierto que mis recuerdos volvían a Valaquia, donde nací, a un pueblito ribereño bañado por el Danubio, donde mi niñez y la primera juventud se desarrollaron a la sombra de los Cárpatos, aquellos gigantes de sombra que dominaban un horizonte a veces velado por el humo de la pólvora. La guerra nos devoraba a todos. La guerra que nunca nos convirtió en héroes. Desde entonces recorro todas las ciudades de Europa con mi sayo mendicante. Pero mi nostalgia siempre fue como una oquedad, un vacío de las entrañas, y la vivía con una tensión enhiesta, como un tendón de orgullo a punto de estallar. Y hoy, apoyado en el baptisterio de Santa María de Casale, mi nostalgia se envilece, se preña de malos presagios y se duerme, convexa y laxa, en un sopor de muerte cercana.

18.2.10

116. Nuevos usos para las catedrales


          En las cumbres de los Apeninos, no en todas, es frecuente encontrar grabados antiguos o bocetos a la sanguina. Todos ellos representan la misma imagen: el conde Ugolino royendo la cabeza del arzobispo Ruggieri. Esta escena, aunque aparece narrada en Dante, podía aparecer también en la imaginería de Ulpiano Ulpiani, ebanista y pintor ciego nacido en Upsala en 1389, pero criado en Rávena. Ulpiano, más conocido por ser el hermanastro de Gunilla Haas, fue el inventor de un procedimiento para tornasolar el óxido ferroso de un rojizo llano y plano, en un azul de Prusia más balanceado y dúctil, con lo que la escuela flamenca supera, en cuanto a versatilidad de los colores puros, a las escuelas florentina y veneciana. Su hermanastra Gunilla fue la causante de su ceguera, al verter en sus cuencas un fluido alquímico compuesto de savia nueva de hojas de baobab, humor vítreo de ojo de buey y líquido amniótico de mujer moruna. Pensaba que la poción mejoraría los orzuelos recidivantes de Ulpiano, que en verdad mejoraron, pero le dejaron amaurótico de por vida. Sus obras posteriores dejaron de tener la maestría en la perspectiva que las caracterizaba, y los paisajes no dejaban de ser superposiciones distorsionadas de formas inconexas y coloraciones aberrantes. No es extraño que Ulpiano fuera con el tiempo considerado el impulsor de la escuela informalista del arte abstracto norteamericano y base fundacional del transvanguardismo europeo.

16.2.10

115. La hiperplasia benigna de próstata (HBP)


          Una habitación de unos seis o siete metros cuadrados. En el centro hay una mesa con un tapete de hule de un verde desvaído y sucio, y una silla. En una de la paredes hay dos cuadros, uno a cada lado de la única ventana, cerrada y con los visillos amarillentos echados. Uno de los cuadros es un retrato de cuerpo entero de un caballero ataviado con los ropajes severos de la Orden de Calatrava. El otro cuadro en un paisaje renacentista. En primer plano unos pastores rezan arrodillados a la entrada de una cueva iluminada. Al fondo se ve una extensa pradera atravesada por un riachuelo. Un ocaso de ocres y bermellones estalla en el firmamento. A la derecha hay una puerta cerrada. De su parte superior cuelga de un gancho metálico un roído gabán gris y un gastado sombrero negro. En las otras dos paredes sólo hay manchas de humedad, dispares y azarosas. Una bombilla encendida y desnuda ilumina pobremente la estancia. En la silla está sentado un hombre. Tiene los brazos extendidos sobre el hule. Lleva varias horas en un estado de absoluta quietud. Todavía no ha entrado en la edad de la vejez, pero sus canas indican que se halla cerca. Sobre la mesa hay una brújula.

          En un instante, el hombre comenzará a sentir un ligero temblor en su mano derecha.

9.2.10

114. El gitano "Maravillas"


           "Oso polarizarme en una cadena de promesas".

          Analicen esta estupidez con detenimiento.

          Exactamente. Lo han cogido a la primera, al vuelo, como se dice coloquialmente: "oso polar" y "Prometeo encadenado", estupendo. Muy bien. Bueno, pues así es todo en las ciencias, que al principio nos parecen abstrusas e insondables. La poesía, esa ecuación de lo infinito en lo efímero, se salva de la quema. Todo lo demás deviene en estupidez neta. En la cúspide de la estulticia humana se halla la astronomía, seguida muy de cerca por la física de partículas. Son los extremos del balancín inoperante que conduce al hombre al mismo sitio del que partió, pero el regreso al punto de partida ha corrido parejo con un desgarro espiritual de sutura imposible. Ya no tiene solución el desamparo al que nos condujo la ciencia y la idolatría de la razón. No hay escape, y lo que es peor, ya no hay pasión en la escapada. La pereza del alma todo lo consume. La energía nos mutó en minerales de escasísima importancia. Los niños juegan a la guerra con las armas enmohecidas de la nada. Al menos ellos ríen, pero yo no. A mí me espera el camino de la búsqueda del primero de los poetas, que como un demiurgo andante, lleva en su morral el eterno secreto de las sabias rimas de Dios.

8.2.10

113. ¿Qué es exactamente un psicopompo?


          La frutera de mi calle es abisinia, de pelo crespo y con tonalidades cobrizas. Tiene un nombre muy raro que se me ha olvidado. Su marido, el gitano Manolo, es de Trebujena y también tiene el pelo crespo, aunque con tonos bituminosos. Se levantan temprano para ir al Merca y a veces discuten en la furgoneta por cualquier nimiedad. Ella es la que conduce, no tiene carnet de conducir ni falta que le hace. El gitano Manolo tampoco tiene carnet porque no sabe leer ni escribir. Ella lee y escribe en amárico, que es el idioma oficial de su tierra. No están casados, pero tienen tres hijos con el síndrome de Down. El mayor se llama Ramón, el que le sigue se llama Joshua, y el benjamín se llama Ramón como el primogénito. Ninguno de los tres tiene carnet de conducir porque no saben leer ni escribir en castellano, ni en amárico, ni en caló. Además, no saben conducir porque son mongólicos y los mongólicos conducen fatal, de todos es sabido. Los cinco cobran subvenciones de diversos organismos locales, autonómicos, gubernamentales y comunitarios, y reciben ayudas de catorce ONG's diferentes. El gitano Manolo canta muy bien por bulerías. Ella no canta habitualmente porque siempre está comiendo cosas. La frutería no está muy limpia, yo voy muy poco. A mí me gusta más el Mercadona. Mi nombre es Isaías Castellote Fatou, marqués de la Argolladera, y soy hermano mayor de la Santa Hermandad del Hambre Infinita.

7.2.10

112. La dieta del Dr. Ceballos


          Los profetas veterotestamentarios tenían una costumbre muy curiosa. Era una costumbre de origen esenio muy difundida por los poblados del norte del Mar Rojo, donde las primeras tribus de samaritanos asentaron sus reales junto a sus rebaños de gamos antes de hacerse pescadores y hortelanos. La costumbre de los profetas a los que nos hemos referido nos ha llegado descrita en los legajos de papiro de arroz que se salvaron del famoso incendio de la biblioteca de Alejandría. Amanio, sacerdote y escriba en el cenobio del monte Isquion, salvó éste y muchos otros documentos del pavoroso incendio cuando, hallándose en la citada biblioteca traduciendo del sánscrito ciertos signos repujados a buril en cueros curtidos de cabra encontrados en unas cuevas del bajo Jordán, olió el aire y dijo: "Algo se está quemando". En su morral de piel de foca introdujo todos los documentos, rollos y legajos que pudo y salió corriendo el hombre. Gracias a Amanio, pues, conocemos la curiosa costumbre de los profetas veterotestamentarios, que eran cincuenta y tres según el último cómputo realizado por Arthur Nickelson, lector sénior del Eton College y profesor adjunto de filología protocristiana en la Universidad de las Islas Hébridas. Los cincuenta y tres profetas veterotestamentarios tenían la misma y curiosísima, a la par que misteriosa costumbre.

5.2.10

111. Breve encuentro en Nicea


          El batallón Leclerc estaba formado por 120 soldados, todos ellos poetas. Al acabar la contienda sólo quedaban diez, los demás murieron en las trincheras. La muerte de un poeta es mucho más triste que las demás muertes. Un poeta, cuando muere, aniquila la bruma protectora de ciertas aves migratorias, las vemos entonces enajenadas en su vuelo durante unos instantes, hasta que algún verso en el aire las vuelve a cubrir de nuevo y pueden seguir su rumbo. Los poetas además, son los primeros en alistarse, porque son los únicos que saben la verdad de las guerras. Eligen el bando en el que saben que van a morir, pero en el que saben que van a vencer. Para escribir un verso, el poeta ya ha vencido a la muerte, ya conoce sus esencias y la ha combatido con la plenitud de una metáfora acerada. Las guerras, que son poemas descompuestos, inacabados y maltrechos, necesitan la presencia del poeta tanto o más que la de finos estrategas y valerosos guerreros. Son los únicos que pueden observar el lirio estremecido en el campo de batalla o liberar la piedad de la sangre derramada. Durante la batalla se afila el crepúsculo de pólvora quemado, se libera la aurora de dolor nimbada, pero unas palabras dejadas al viento rezuman todavía de la boca del poeta muerto, mientras un hilo de sangre escribe en la tierra aquella metáfora henchida de sabia esperanza.