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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



25.7.15

353. Down in Mexico

         

          Me llamo Atanasio porque así lo quiso mi madre.
          El cura que me bautizó se llamaba Mortimer. Murió de un mal de escrófula allá lejos, donde los negritos.
          Mi mujer, que vende guayaberas en los zocos de Matanzas, se llama Gladys, aunque su verdadero nombre es Casiana.
          Mi optómetra de campo se llama como el famoso muniqués inventor de la tirolina, Hans Klimanloeffer.
          Paul Toggle es mi corbatero.
          Tania Suckcock es mi felatriz de cabecera.
          Totó es mi payaso de los lunes.
          Manuel José Gambito Baturone es un vecino de Torrox al que no conozco de nada, pero del que sospecho su tierna afición, compartida conmigo, de mirar desnudo a la luna las noches de agosto de luna nueva, cuando la luna se hace tan morena que apenas se ve.
          Tengo una vecina cuyos ojos dicen a las claras que su dueña se llama Esperanza, aunque lo desmiente una nariz propia del Egeo que proclama ser Amaranta el nombre, mientras unos labios cordobeses se humedecen al decir que ni Esperanza ni Amaranta, sino Carmen es el nombre de la mujer, que sublima los geranios del balcón con los aires de la copla al albor de la mañana.
          No tengo amigos, pero si tuviera tres, se llamarían Brenan, Buffon y Mario.
          Mi sirena, la que me vuelve loco con su canto todos los días, tiene nombre de río y rosa.
          Casandra es el nombre del velero que nunca tendré.
          Candela es el nombre de la hija que algún día tendré cuando resuciten muchas cosas.
          Falta un país de nombre Klatanguia, como falta el planeta Hus.
          Mi asesino preferido (no voy a decir su nombre) se llama Francesco Bussoletti, y es de condición franciscana en su vida privada, aunque en su vida pública adolece de una prosapia y exuberancia factual prodigiosas.
          Mi japones ausente (porque nunca está cuando lo necesito, algo en cuyo origen no es lo menos importante el hecho de que ni lo conozco ni me conoce) se llama Oguri Haruma.
          Tengo dos primas nacidas en Siria, Huda y Hala. A Huda la vi una vez el culo, a Hala, dos veces.
          Estreché el pasado marzo la mano derecha de un político de extrema izquierda, pero mi pensamiento volaba en ese instante por parajes muy ajenos al acto en que me encontraba (en concreto estaba deleitándome en una fantasía en la que estrechaba con suma fruición la mano izquierda de un político de extrema derecha). Es por ello que no recuerdo con exactitud el nombre del político en cuestión, pero casi seguro que se llamaba Ángel Luis Buendía Perelejo, o algo así.
          Tobías es mi suegro, es judío y el padre de mi mujer, su hija, mi esposa y madre de Gestas y Zofrán, sus hijos, y los míos, y nietos de Tobías, el esposo de la madre de Fátima, mi mujer y madre de mis hijos, Zofrán y Gestas, nietos de Riula, mi suega, madre de Fátima y esposa de Tobías, mi suegro.
          Ya dije que no tengo amigos, pero como soy católico la mayoría de las veces, sí tengo enemigos. Mis enemigos son cinco. No sé si son muchos o es una cifra que se queda corta. En cualquier caso sus nombres son: Eusebio, Tomás, Aquilino, Lucas y Cosme. Siento decir que los cinco son sacerdotes.
          
          Buenas tardes.
       
       

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