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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



18.5.12

258. La reina ventrílocua


          He sobrevivido a duras penas al año de mi deceso, así que hablo desde la otra fase, desde el lado oscuro, desde el lugar en que la suerte es un enorme árbol de hoja perenne que crece hacia abajo, hacia el hondo magma ardiente del centro de la tierra (Tierra). Veo desde esta privilegiada posición la espalda metálica de todas las huestes guerreras que defienden incansables esta frontera ilimitada de cuyas anfractuosidades salen famélicas figuras en ambas direcciones, unas aladas hacia la muerte y otras andariegas hacia la vida. No estar vivo, pero muerto, o estar muerto, pero vivo, ha sido mi ignoto destino. Las vísceras (mis vísceras) me rodean y acompañan palpitantes y temblorosas, la piel (mi piel) la siento dentro de mí, pensante y creadora, añorante y orgullosa. Y en este juego de ambivalencias ya resueltas me desploma el tedio infinito de la duplicidad de paisajes en que me veo inmerso, en que me veo envuelto como un embalsamado de otro tiempo y otro mundo. Ya lo sé todo para impedirme el regreso y desconozco lo suficiente para anhelar lo ya conocido. Porque en esta tierra de nadie y de todos en la que extiendo mi aliento sulfúreo ya no hay amor por el más allá, por el abismo desconocido. Los dioses huyeron uno detrás de otro, en perfecto orden. Cuando observaron aterrados que su obra quedaba asimilada, que aquellos seres primordiales ya sabían hacer milagros y hacer sucumbir razas y naciones, formaron escuadrones y marcharon por sesgos dimensionales poco trillados y nunca se supo más de ellos. Por estos antecedentes y dada la soledad que me alimenta y la desidia astronómica que me abate voy a convertirme en Dios Supremo del Universo, voy a ocupar el lugar de los cobardes que huyeron de su propia obra y voy a ser, de nuevo, la Cifra, el Verbo y la Espada, que ellos no supieron ser ni encarnar. No sé muy bien para qué, ni porqué ni hasta cuándo, pero es que me aburro tanto...