La oclocracia en que me desenvuelvo día a día llega a cifras de toxicidad que bien pudiera acabar con todas las ferias del libro de la campiña o al menos desleír la tinta tipográfica de todos los volúmenes de filosofía de mis pueblos limítrofes. Porque yo vivo inmerso en esto, en esta tierra de componendas diabólicas donde se desayuna el azufre de los cantos glorificados a la tundra azerbaiyana con un chorreoncito de licor de guindas. La huida de este burdel agrio y ponzoñoso no es fácil pues siempre hay una rémora de inconclusas premoniciones de bondad en el futuro garrapiñado que alguien elabora con buena fe y cateta predisposición. La arcada mañanera se nutre como un niño goloso y glotón de un puñado de exquisitas y malsanas patrañas envainadas en dulces baladas de salmodia pagana y corrompida, siempre hay donde echar mano para llevarse a los ojos y a la boca estas ricas viandas que con tan generosa maña y diligencia nos proporciona la fábrica de próceres malditos. No sé si hay que matar a alguien, o matarse delante de ellos, pero están pidiendo muerte a gritos, a veces sin saberlo, a veces con la idiocia fermentada en sus ojos de súcubos, como si en vez de muerte ofrecieran vida a precio de saldo: "Comprad la dicha eterna que os ofrecemos por los diezmos asquerosos que nos dais". En esta tierra que habito ya no se sabe odiar, pasamos directamente al asco, y no es bueno para un cristiano afanarse en ser algo en un entorno de asco, no hemos sido bautizados en el asco, no sabemos convivir con él, pero aquí lo impregna casi todo, es la pátina de nuestro tiempo que nos hace resbalar y caer una y otra vez, y lo peor de todo es que a mis coetáneos les seduce este juego infernal y abogan para que perdure y se entronice como lo más sólido de sus tristes vidas. Yo sólo siento el asco, pero me temo que ellos sienten asco y miedo a partes iguales. Sé que algún día abandonaré su inútil compañía, abandonaré esta tierra desmoronada y quizás se desprenda, se aleje de mí este asco que ahora me domina.
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.