Tengo un amigo al que su mujer quiere abandonar. Ella no lo sabe. Él sí. Lo nota en cada gesto, en cada pliegue de su negligé, en cada caricia, en cada beso que ella le da. Lo nota en el aroma del perfume que ella se pone para él, en su dulce mirada, en las palabras de amor que ella le dedica. Sabe que ella quiere abandonarlo, a él y a su hijo. Él sabe que ella siempre ha querido marchar lejos, muy lejos. Lo ha sabido siempre y así me lo ha contado entre lágrimas. Está triste, aunque después de tanto tiempo, él dice que se ha acostumbrado al aciago futuro que le espera; vive angustiado pues el amargo suceso se hará realidad en cualquier momento. Ya no tardará mucho. Ella vive feliz con él y con su hijo. Mi amigo sufre lo indecible. Es controlador aéreo y se llama Augusto Cifuentes Mediavilla. Su hijo se llama Sebastián Cifuentes Trebejo y ella se llama Teresa Trebejo Puig. Mi nombre es Carmelo Tolosa Barragán y tengo un cocedero de mariscos en algún lugar entre Zaragoza y Calatayud.
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
16.4.11
196. Renuencias bancarias
Tengo un amigo al que su mujer quiere abandonar. Ella no lo sabe. Él sí. Lo nota en cada gesto, en cada pliegue de su negligé, en cada caricia, en cada beso que ella le da. Lo nota en el aroma del perfume que ella se pone para él, en su dulce mirada, en las palabras de amor que ella le dedica. Sabe que ella quiere abandonarlo, a él y a su hijo. Él sabe que ella siempre ha querido marchar lejos, muy lejos. Lo ha sabido siempre y así me lo ha contado entre lágrimas. Está triste, aunque después de tanto tiempo, él dice que se ha acostumbrado al aciago futuro que le espera; vive angustiado pues el amargo suceso se hará realidad en cualquier momento. Ya no tardará mucho. Ella vive feliz con él y con su hijo. Mi amigo sufre lo indecible. Es controlador aéreo y se llama Augusto Cifuentes Mediavilla. Su hijo se llama Sebastián Cifuentes Trebejo y ella se llama Teresa Trebejo Puig. Mi nombre es Carmelo Tolosa Barragán y tengo un cocedero de mariscos en algún lugar entre Zaragoza y Calatayud.