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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



3.4.11

194. Mujeres ilustres


          Yo tengo un gran sentido del humor. Soy muy gracioso. Todos lo dicen y todos me envidian por ello. Yo, a veces, incluso me río de mis ocurrencias y de mi chispa inteligente y genial. Ayer, sin ir más lejos, me encontré con Bruno Bru, el catedrático de Misoginia Avanzada de la Pontificia. Llevaba un terno gris mapache y unos zapatos de piel de rata. Bueno, pues al verlo, no se me ocurrió otra cosa que decirle: "¡Hombre, Bruno! ¿Qué te hizo el turronero de Burdeos que tan luengos tirabeques te dejó al relente?" Los que me oyeron, incluido el propio Bruno, se desternillaron de la risa. Son cosas que me surgen así, de improviso, en un repente de inteligencia fugaz pero constante que hace las delicias de los que me rodean. Sí señor, soy muy gracioso. Les voy a contar a ustedes un chiste:

          "Las alondras, esos quiebros de futuras hecatombes, diseminan sus vuelos insensatos sobre un prisma de luz incandescente. Es un domingo de aurora olvidada en la plenitud de la mañana. La brisa se acumula en el pináculo de esa iglesia pequeña y cenital como el seno de una malva, y tú, ardiendo en el deseo de este día, me miras desde una distancia que adormece y enardece a la vez mi pasión esperanzada".

          ¿A que es para partirse?