Los hilos de petróleo brotan por los poros. Es el oro negro del sufrimiento. La hez de la amargura inconcreta resbalando en guarismos de emoción tergiversada. La cara como continente maldito, apenas vibrante y pobre. Todo surge en esa faz. La catatonia inmensa de la voz se multiplica en cada hilo oscuro y aberrante que sale a pequeños borbotones sincopados. Es el sudor del infierno, el grumoso albañal que rebosa espontáneo, bituminoso y final. Se divisan las avenidas de tilos envenenadas que hacen recordar los dardos con los que la muerte no quiso vencer, los vapores exterminadores que no inspiraron los vencidos pulmones, esas vísceras difíciles de entender. Todo queda suspendido, todo queda desgarrado en la alambrada espinosa de la duda. Los futuros se dividen y sólo quedan partículas de tiempo en un mundo de espacios deshilachados. La melancolía lo invade todo desde atrás, desde abajo. Es una espuma negra y algodonosa que va tapizando el horizonte cercano, que nos va ensamblando a todos en las celdas del panal gelatinoso y aciago. Ya no se oye nada, sólo el estertor constante de los que van a desaparecer, ese estertor que nace con vocación de ser el último expirado por los pulmones, esas vísceras tan difíciles de entender.
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.