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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



1.9.10

174. El botón de nácar


          El ají de gallina, famosa receta peruana, es barato de hacer siempre y cuando el número de comensales sea inferior a dos y superior a cero. Es decir, es barata la receta si se hace para un comensal, si se hace para dos es el doble de caro y si se hace para yo no sé cuántos es yo no sé cuántas veces más caro. Primero diré los ingredientes: un celemín de aceite de onagra, 100 gramos de sémola tostada, un manojo de cañamí, dos decilitros de pisco añejo, un diente de ajo santeño, una pizca de mejunje bravo, 50 gramos de hierba berrea, y dos melones para decorar. La princesa Nessia, mi princesa, era una gran cocinera. Nunca cocinó nada; fue y será siempre una teórica de los fogones, una musa culinaria de la nouvelle cuisine, una gastrónoma abstracta y abstraída, enemiga de las vitrocerámicas y de los hornos microondas, una experta en cocina peruana, a la que odiaba con veneración y veneraba con un odio andino y garduño. Nessia, mi princesita inca, sólo comía los despojos de los sacrificios humanos, tan frecuentes en los alrededores de su bloque. Nessia es bajita como sus ancestros del norte y extremadamente obesa como sus descendientes del sur. Ella fue la creadora de la receta del ají de gallina en una época en la que en los Andes nada se sabía de la existencia de un Dios todopoderoso que hacía desaparecer a los calafates de ribera y los hacía aparecer de nuevo vestidos de croupiers en los barcos que surcaban el Mississippi o el Duero.