El otoño, estación de naturaleza
crepuscular, se atomiza en alfileres por el aire de la mañana. La ciudad en la
que vivo es incrédula con el otoño, fanática del estío, entusiasta de la
primavera y humilde con el invierno, pero del otoño ni confía ni se siente
partícipe, lo mira condescendiente como a un invitado inevitable e inoportuno.
El otoño, como cualquiera de las
estaciones, me importa un carajo. Siento la brusquedad de mis palabras, pero
casi todo lo que ocurre en el cosmos me importa un carajo. La astronomía, las
leyes físicas que intentan discernir el orden general que rige el movimiento de
los cuerpos celestes, el clima y sus muchos avatares, los planetas y sus
aburridas circunstancias siderales, toda esta pamema logística de lo
inabarcable me la pela de manera absoluta. Nada de ello, incluidos los agujeros
negros, la antimateria, la teoría de cuerdas me ayuda a que Lolita (si, coño,
Lolita, la hija de La Faraona) se enamore de mí. A ella no solamente le
importa otro carajo todo esto del cosmos—cosa que nos podría unir—sino que
además le importo otro carajo yo, lo que redunda en mi estado de tristeza
habitual. Cada día la quiero más (yobí yobí, yobí yobá), sea otoño o primavera.
Pero ella a mí no.
Resumiendo: estamos a finales de
octubre, me suda la astronomía y estoy enamorado de Lolita Flores. Y como no
tengo nada mejor que hacer, ayer me chupé íntegro un tutorial en el que un
joven sudamericano—los protagonistas de los tutoriales siempre son
sudamericanos sea la materia que sea de la que traten—me explicó
pormenorizadamente qué cosa es la homotecia. Pero el conocimiento de la
ecuación que demuestra la relación existente entre los objetos matemáticos
homotéticos me dejó igual de triste, si no más que antes. Ya de noche, en otro
golpe astral, me dio por escuchar la discografía completa de un grupo alemán
llamado Einstürzende Neubauten. La
tristeza, mi tristeza, alcanzó el rellano de la escalera. Me he levantado de
color gris, con la boca pastosa, llevo un pijama desconocido con motivos de
propaganda LGBTI, desayuno por inercia cereales de antaño y fruta de temporada.
Pongo un microsurco antiguo de Lolita, de 1975 (“Amor, amor”). Transcribo la
letra para deleite de mis lectores/lectoras:
Amor, amor, amor, amor, amor
Quisiera detener
Ahora el tiempo
Por estarme contigo
Siempre sintiendo
Como yo siento ahora
Nunca he sentido
Me haces soñar despierta
Me siento niña
Amor, amor, amor, amor, amor
Cuando miro a tus ojos
Azul del cielo
Es blanca tu sonrisa
Trigo es tu pelo
Yo veo amanecer
En tu semblante
No quiero separarme
De ti un instante
Amor, amor, amor, amor, amor
Estoy enloqueciendo
Hoy quiero eso
Vivir de tus caricias
Y con tus besos
Porque estando contigo
Es todo tan hermoso
Que me siento feliz
Con verte a ti dichoso
Amor, amor, amor, amor, amor
Amor, amor, amor, amor, amor
Amor.
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