La firma del convenio se realizó en la isla de Toroa, al norte de Samoa, en casa del vicecónsul, sobre una mesa de jaspe de gusto dudoso, en una sala de cortinones ocres, arañas de apócrifo murano y bibelots múltiples y multiformes dispuestos sobre anaqueles de metacrilato cubiertos de polvo acumulado de varias Semanas Santas. Pero al fin el convenio se firmó, que era lo que realmente importaba. Los bantúes estaban representados por su ministro de Asuntos y los de Alicante por su concejal de Fiestas Mayores. Actuó como observador el sumiller del Celler de Can Roca y de notario un notario de la Curia. Los intérpretes eran dos pájaros de cuidado, falaces y trápalas, pero muy buenos en lo suyo. En esta isla de la Polinesia (?) hay fantasmas muy extraños y muy crueles e insectos de una voracidad fantasmagórica, que acaban principalmente con la amabilidad de las personas, de tal manera que a quien pican se convierte en persona desabrida, impertinente, de modos abruptos y secos con sus congéneres. Sor Narcisa de la Luz, misionera de la Sancta Crux, tras sufrir en el colodrillo la picadura de un tábano aborigen devino en monja desabrida, impertinente, abrupta y seca; dejó de ser bienvenida y agasajada en los poblados limítrofes de la misión; dejó de ser invitada a los sacrificios rituales del Concejo y al baile votivo de las vírgenes nerviosas. Un día apareció empalada en la Playa de las Empaladas, al norte de la isla. Gracias a Dios el día de la firma del convenio nadie sufrió picadura alguna. Los servicios de fumigación de Toroa (SFT) actuaron con eficacia plena, aunque los productos utilizados al efecto, hay que reconocerlo, provocaron que se produjera en ciertos sectores de la población isleña algunos síntomas similares a los observados en las víctimas generadas por el gas sarín y el gas mostaza. Pero es que la preservación de la amabilidad de las personas requiere en ocasiones ciertos sacrificios.
Me acaba de picar un mosquito. ¡Váyanse todos ustedes al carajo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario