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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



27.11.16

393. Mi tabla de surf


Llueve como si las aguas soñaran que llueve.

El trueno rompe y tañe la espalda del cielo, que alumbra grises de muerte.

El buitre salva su nido de la voracidad de la serpiente.

El agua, en sórdidos rumores, precipita en fangos de jungla móvil.

Todo se mueve, todo vibra, todo nace y todo muere.

Todo deriva en un instante de emoción natural y mágica.

El verde pánico de la selva abruma de terrores panales y hormigueros.

El bisel del aire enmudece y corta aromas de lombrices recónditas, simientes telúricas de vida subterránea, vida vermiforme que somete silencios y sosiega las raíces.

Y el tigre que no cesa.

Y el lince que otea.

Y el caimán que abraza el manglar.

Y la mamba que acecha con su glauca molicie.

Y la espita abierta del mefítico pantano.

Y llueve, llueve con la entereza universal de la furia, con la zarpa abrupta de la ira natural.

La tierra ennegrece de tanto gris.


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