PRIMER PENSAMIENTO AUTOMÁTICO (1º PA): Estoy taponando con plastilina verde la cerradura de una vieja taberna de un barrio de mi ciudad a la que hace mucho tiempo que no voy. Mi padre y mi hermana Juana están conmigo y me sugieren sin palabras que tenga mucho cuidado, no vaya a hacer explosión la plastilina.
2º PA: Este pensamiento automático se parece a un sueño que he tenido recientemente, pero no es un sueño, es un PA, no obstante, para evitar suspicacias, lo dejaré inédito.
3º PA: África ha cambiado de nombre tras las conversaciones llevadas a efecto entre diferentes países durante la asamblea anual de la Organización de Estados Africanos (OEA), a partir de ahora se llamará Asia.
4º PA: Todos tenemos vejiga, unas están más llenas, otras lo estarán menos. Imagino sólo vejigas exentas, andantes, paseantes por las calles de la ciudad, un abigarramiento de vejigas en las plazas, en los parques, en los centros comerciales, multitud de globos vesicales semi-translúcidos, con sus vénulas y arteriolas expuestas que se extienden anárquicas por la superficie de sus paredes amarillentas, conteniendo cada una diferentes volúmenes de orina, algunas semi-vacías como pasas o como ojos de muerta, otras henchidas y tensas como uñas de muerto nuevo.
5º PA: Once bolígrafos de un azul verano, todos iguales, todos vibrando, todos sobre una mesa blanca que no vibra, alrededor de la mesa hay animales pequeños e inofensivos que tampoco vibran, sólo vibran los bolígrafos azul cielo (¿o eran azul verano?).
6º PA: Pienso automáticamente en la vejez de mis seres queridos y en los objetos que los rodean. Pienso en ellos como insertos todos, los objetos y las personas, en un gran cofre que agita con violencia un viejo grande con aspecto medieval de demiurgo de grabado de Durero.
7º PA: Ahora es la naturaleza la que acude a mi pensamiento. Alondras, miles de ellas, otras aves inconcretas, grandes y menudas, en un número elevadísimo, casi llegan a cubrir la totalidad del cielo. Mares espesos, océanos casi compactos, billones de peces ocupando el volumen infinito de las aguas. La tierra tapizada, invisible bajo el manto móvil de animales infinitos que se desplazan con la torpeza inherente de las moléculas.
8º PA: Es mi hijo arrastrando las cintas multicolores de su pequeña angustia, arrojando después grandes piedras, mayores que él mismo, por el acantilado de rocas en forma de caracol que, en su bucle arquitectónico, se las devuelve convertidas en pequeños planetas redondos e inadvertidos.
9º PA: Es una plaza de abastos. Se venden esclavos, se vende maquinaria pesada bajo grandes lonas de camuflaje. Se vende ropa de esquimal y urinarios alemanes de entreguerras. Se venden papeletas de colores con números difíciles. Se venden biblias dedicadas y carísimos coranes de cubiertas plateadas. Se venden a sí mismas varias mujeres norteamericanas (20.000 dólares cada una), todas llevan sonajas de Baltimore y dijes de Aspanishtán.
ÚLTIMO PA (UPA): Tiento el blanco muro de mi muerte cercana, es un muro alto, encalado, tenso y quieto, muy quieto, quieto como la cercana muerte del niño que alguien dejó dentro de mí, y que ocupa más espacio que el que le corresponde, y que apenas me deja respirar, y que apenas me deja decir todo lo que debería decir y que, me temo, ya no diré.