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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



20.2.13

285. La defensa de Mauritania



          Se encuentran en una terminal de aeropuerto un optómetra y un topógrafo (O y T, en adelante), amigos de la infancia y que hacía 12,5 años que no se veían; y entonces va O y le dice a T: "Iremos envejeciendo como la uva tierna en su pámpano dorado, mientras los hipogrifos y las arpías de las metopas del tímpano del templo enverdinecen con la humedad de los alisios". T, sorprendido y demudado, saca de su equipaje de mano una paloma muerta y una foto enmarcada de 15x25cm de Antoñita Colomé besando a una burra, y entonces va y le dice a O: "El breve lamento del guerrero vencido espantará las bandadas de alondras en un momento del crepúsculo en que los poetas más sensitivos sucumben bajo el peso de una metáfora aleve". Y entonces suena a través de los altoparlantes (o sistema interno de megafonía) una voz femenina que avisa de la inminente explosión de un artefacto entre la zona de arribistas y el centro de recogida de majorettes del aeropuerto. Obviamente, O y T corren despavoridos, tropezando O con un jurisperito panameño y su amante ortodoncista, y T con una luchadora de sumo y su marimachorra sobrina. En pleno batiburrillo (o barahúnda) de disculpas, la bomba estalla (deflagra, hace pum) y mueren todos, y todos llegan al cielo. Allí los recibe San Pedro, que les dice a los seis (ya saben O, T, el leguleyo panameño, la dentista, la luchadora de sumo y la joven bollerita): "Sembré el lúpulo conformado, ericé de puntas las ojivas de vuestras pulcras catedrales, arrecié las tormentas en los campos enemigos, doné dones a los clanes de la tierra y perseguí con/sin denuedo al demonio negro come-almas". (Advierto a mis lectores/as que ahora comienza el final de este chiste inédito y supergracioso. Dado su carácter explícitamente sexual y debido a la prodigalidad con que van a aparecer palabras y expresiones de un sesgo soez casi insoportable, sería conveniente que adoptaran un caniche enano color caléndula y que hicieran con él un caldo vivo, como conveniente sería que visitaran a tía Paula, que se muere sola y cagada hasta las cejas en el asqueroso asilo al que la llevasteis a rastras con tan sólo treinta años que contaba la pobre mujer. No obstante, yo lo comprendo todo, que vida sólo hay una y hay que ennegrecerse gozando lo que se pueda, y caiga quien pueda, y lo que se caiga es porque puede caerse, que hostias, estaría bueno si así no fuera. Por último, me gustaría agradecer la ayuda recibida de las siguientes personas, sin cuya contribución personal y espiritual este chiste no habría visto la luz: Srta. María Estela Estudillo Cañas, Doña Remedios Calderé Calderón, Don Isacio Gil Trujillo, Srta. Monserrat Oubada Negrí, Doña Emilia ("Emi") Longares Monzón, Srta. Patricia Cornejo Hormigo, Mr. Alfred Swinborne y el niño gordo del quiosco de periódicos de la esquina, que ahora mismo no me acuerdo cómo diablos se llama).