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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



5.6.12

261. El tren más sucio del mundo


          Que sí, Berta, que sí. Ya te he dicho que son doce los cuarteles estelares de los signos zodiacales y no veintitrés como decían tu madre y tita Cándida. Acuérdate de cuando lo debatimos en la finca de Matito allá en diciembre, antes de las Navidades últimas. Claro, claro que me estoy portando bien, Bertita, ya ni desfloro a ninguna señorita de esta institución ni me como las estampitas, si acaso escribo alguna esquela picante a Doña Teresina, con seudónimo, claro está, la tengo arrebolada de pasión a la muy boba. De las pesadillas estoy mejor aunque de vez en cuando sueño con el tío Sebas que me persigue con su espingarda, y con que estoy haciendo gachas para todo un ejército pero no tengo cucharas para todos. Son unos sueños muy cortos, pero muy desasosegantes. ¿Que si me tomo la medicación?, bueno, algunas veces se me olvida, y eso que Martín me lo recuerda siempre que viene. La paroxetina genérica me produce estertores y veo a la Virgen al revés, cabeza abajo, cuando lo natural es que la vea al bies y riendo a carcajadas. Las demás pastillas y la inyección mensual a veces se me olvidan, y eso que Martín me lo recuerda siempre que viene. Sí, sí, sí. Claro que sí, el doctor me visita dos veces por semana, a veces viene acompañado de muchos aviadores, o fumigadores, incluso una vez vino con una actriz sueca muerta hace muchos años, pero muy guapa, con gafas negras y un perro enorme, grande, grande como un turco malo. Aquí en la cabina hace mucho calor, espera un momento que me voy a desnudar del todo. Que sí, que sí, ¿qué diablos le importa a nadie que me quede en cueros, eh? ¡Uf!, qué fresquito ahora. En la habitación que da al patio donde se tiende hay uno que se pasa el día entero en pelotas toqueteándose lo que tú ya sabes. Ahora a las seis suena la campana y subo para tomarme la pastilla, a veces se me olvida, y eso que Martín me lo recuerda siempre que viene. Antes de colgar, dile a Gabrielillo que le he compuesto una canción. Me falta la música, pero eso es lo de menos, la letra es lo importante, te la voy a recitar: "Tralalá, tralalí, he matado una perdiz. Tralalí, tralalá, etc.". ¿Te ha gustado?, espero que también a él. En referencia a los juegos florales póstumos en honor a Don Guillermo, dile a los del Consistorio que en breve les llegará un memorándum con todo lo que tienen que disponer, detallando los consecuentes gastos que de ello se deriven y pormenorizando los requisitos protocolarios requeridos según la naturaleza de tal evento. Me voy a poner el pijama, sí, el de los rombos ocres sobre fondo azul celeste, el que me regaló la Regente cuando lo de Cercedilla, me tomaré las pastillas y me acostaré, a veces se le olvida a Martín tomarse las suyas, pero yo siempre que puedo se lo recuerdo. Ale, adiós.