La tundra se llenaba los jueves de miles y miles de judíos ortodoxos. Un judío ortodoxo es lo más parecido a un muerto. El sabor de un judío muerto es muy parecido al que tiene la carne de lagarto. Los lagartos ortodoxos de la tundra son ambarinos en el crepúsculo y opalinos las otras horas del día. El amor que siento por mi novia es mensurable, pesa, posee unas medidas, tiene profundidad, velocidad, amperaje, impedancia y resistencia. Ella me tiene por un experto cazador, pero sólo soy un laborioso artesano de cometas. Su padre, que es tozudo y pequeño, no quiere que nos casemos, prefiere ofertarla a los caprichos del Condestable. En la tundra todo el mundo sabe que el amor es el espejo deformante del deseo y de la infamia; cada familia es la depositaria de un pariente amoroso y de un pequeño recipiente donde guarda las trampas para cazar lagartos. Mi novia mira a los judíos ortodoxos, que le provocan risa y recelo a partes iguales. Cuando nos casemos nos iremos de aquí para siempre, tendremos hijos alfareros e hijas azafatas de congresos, compartiremos nuestro amor con los vecinos, con los judíos y con los estibadores de Boston. La tundra y el Condestable sólo serán un vano recuerdo de juventud.
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.