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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



14.10.11

228. Una severa hidrocefalia


          Tengo el prurito intelectual (hoy, no otro día) de hacer amigos. Suelo ser amigo de los amigos de mis amigos, no de mis amigos, a los que detesto todo el tiempo. Tan solo los soporto por el buen gusto que tienen para elegir sus amistades, que serán tarde o temprano las mías. A ellos, a mis amigos, los aparto cuanto antes de mí. Me aburren y soliviantan los humores de mi alma dulce, poco dada a la épica de camaradería a la que intentan sustraerme. Con los amigos de mis amigos, en cambio, me hallo cómodo, protegido de la carantoña moral y el abrazo insurrecto. Pero hoy (sólo hoy, no otro día) me siento con la perentoria necesidad de hacer al menos un amigo. Éste ha de ser un ser especial, lógicamente, porque una condición imprescindible, sería su carencia absoluta de amigos; de no ser así buscaría enfebrecido su agenda de direcciones para acaparar la amistad de todos sus amigos y conocidos. Pero entonces, su carencia de gente cercana que lo quisiera denotaría una casi segura bajeza moral de su condición, sería con gran probabilidad un individuo zafio, intelectualmente primario e incluso violento y soez, de costumbres atrabiliarias y conducta venal. Pero, aun así, sería mi amigo, lo querría como no se quiere a un hermano; velaría por su recuperación social, lo alejaría de las drogas, del sexo mercenario, del lumpen de extrarradio, de ciertos abogados; le daría buenos consejos (al menos dos), excelentes alimentos orgánicos y espirituales, le buscaría una buena mujer que tejiera sus calcetines en invierno y le emancipara del alma la desdicha de ser la hez de la tierra. He de darme, pues, mucha prisa pues sólo tengo el día de hoy para mi empeño, y ya está empezando a oscurecer más allá del parral de la tita Lola.