El cuádriceps de la luna me oblonga la mirada en esta noche de cielos musculosos y tersa melancolía. La oscuridad tiene muescas, son como diminutas luces embozadas en sus bordes imprecisos. Son destellos inconclusos, cuya misión es dar fe de la presencia plena de lo oscuro en esta noche desarbolada, plana, sin puntos de fuga ni contrastes de finitud cercanos. No es la nada esta noche, sino algo parecido; para serlo necesitaría del aliento vacío de un cuervo innecesario, o del leve aleteo de una lechuza inexistente, o del susurro inacabado de un dinosaurio extinto. No es la nada esta noche, sino algo parecido. En esta luz que desvanece la otra luz que ya se fue, se disipan realidades y certezas, huellas y misterios de inframundos conocidos. Es la ausencia de luz, el fragor de la carencia, el futuro de la aurora, que yace inerte en la eterna duda de una verdad transparente, quizá falsa o esquiva de tan lejana. No es la nada esta noche, sino algo parecido. ¿Y las estrellas? ¿Qué jiga de compases ancestrales ejecutan esta noche de luciérnagas confusas? ¿Qué planta es aquélla que se fusiona y disgrega al ritmo de cometas sediciosos o fraternos? ¿Qué vorágine de esplendores insonoros despliegan esos astros desconocidos, esos astros de espuma crepitante y fulgor atomizado? Pero en lo ínfimo de ser, vivo. Ya no caben en mi noche más infinitos, solo vivo y vivo sólo en mundos pequeños, que vibran nerviosos, que ruedan ajenos como canicas en el bolsillo de un niño divino, de un niño atrofiado en dimensiones agotadas. Y el sueño que no llega, que cesa cuando llega, que viene huyendo de vigilias somnolientas, de duermevelas insomnes. Es un desnivel de la conciencia que, en su distorsión, acompaña al traqueteo ferroviario en que nos sume la vida, o el miedo a la vida, o el terror a la no-vida que es la noche y el miedo inherente a la muerte. No es la nada esta noche, sino algo parecido.
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
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