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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



23.5.11

199. La fiebre de la muchacha en la era


          Si descontamos los átomos de caricias que no llegaron a la plenitud de los besos verdaderos que podrían haber sido, negaríamos la verdad que nos asola en las noches enhebradas de desdicha y sinsabor, que son casi todas. Es por lo que el filósofo y el matemático se niegan de espaldas y se ofrecen las armas de su duelo a ciegas, demorando lo inevitable del encuentro con antifaces y mentiras de oropel. El gramático sale indemne del furor de la palabra, clama al Verbo y se niega una y mil veces ante la Cifra. El artista disimula en el claror amanecido o en la grisura cenicienta de la cueva. La ciencia del alquimista erosiona los moldes ancestrales con fórmulas inasibles. El poderoso comerciante deambula, pasea, compra esclavos y cosas. El amor gentil, con su prosapia erotizada y los aromas agónicos del deseo, se diluye en las estribaciones de desiertos apenas velados, apenas sospechados. Y el guerrero, que no quiere serlo, vela la morada de todos en una larga noche, la noche en que los átomos se despedazan al estrellarse en todas y cada una de las caricias soñadas.

16.5.11

198. Carla Bruni es maragata


          Los grises de esta tarde de primavera son tan verdes como esperanzadores eran los azules casi marinos de tus ojos de de un malva luminiscente. Mezquino eternamente será quien así no lo admita y mezquino quien lo admita eternamente. Tus ojos, bella Mora, me tienen atado a este vergel de desdichas, como si tu aspecto de cristiana ortodoxa no emancipara cien mil seminaristas de todas las Galicias que en el mundo haya. Tienes ojos, Zoraida mía, que suenan como címbalos de guirlache cortesano. Te amo tanto, Morita acanallada, que domaría ricos caballeros para que cruzaran la Santa Cruzada de tus muslos veraniegos, y luego los mataría antes de que culminaran la matanza de tu carne aquilatada, y tan mía esa carne como tuya, como de todos los que nada tienen y todo tienen. Menos tus ojos, musa de oro plateado, tesoro de los dioses, todo me parece extraordinario, de tan acostumbrado que estoy a los instantes luminosos que me ofrecen. Te amo sucia, te amo polvorienta y riscosa, te amo estampada de todos los pecados que te gustan, te amo empedrada del deseo enajenado de tu raza y mi destino.

2.5.11

197. Minutos musicales


          El aborigen togolés que llevo dentro me indica que lo exponga, es decir, que lo ponga en el exterior, que lo saque fuera de mí, que mi esqueleto lo suelte, que mis músculos lo liberen tendinosamente hablando, que en fin, sea liberado todito todo de mi ser corpóreo, que dicho sea sin ofender, lo deje en paz y libre de una puta vez. Es un aborigen que me fue introducido el día de mi primera comunión, ceremonia oficiada en 1961 por el cardenal Larraona en la iglesia de San Antonio María Claret de Sevilla, muy cerca del estadio Benito Villamarín, donde el Real Betis Balompié gana todos los partidos que juega desde el año 8 después de Cristo. El aborigen me lo introdujo el Padre Pimentel con una panoplia bicúspide del tres tras la ceremonia canónica y me fue  posteriormente clampado por el hermano Truman con una sonaja de almortas bendecida por Pío IX. El aborigen lleva por nombre Arturo Ngóoh y es, claro está, negro como el alma de Alma Truman, hermana del hermano Truman, que era prostituta a tiempo parcial en las abadías de Sierra Morena, en donde era conocida como Alma Truman, la hermana del hermano Truman, el de las sonajas clampantes.