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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



30.9.15

358. Trípticos indecorosos


          Parto hacia una isla del océano Pacífico. Llevaré en el equipaje ciento once (111) cosas, de las que cincuenta y cinco (55) no me gustaría llevar, pero no puedo humanamente deshacerme de ellas. Las otras cincuenta y seis (56) sí son prescindibles. Tómenlo como un juego de ingenio y atrévanse, a averiguar qué cosas pertenecen al primer grupo y qué cosas al segundo. La solución a este pasatiempo se encuentra en la página 118 del periódico que tiene el señor mayor que está a su lado. Las cosas que me llevo son las siguientes:

001. Un almanaque de taco de 1928 Myrga®.
002. Un biombo chino negro lacado con motivos japoneses o, en su defecto, un biombo japonés blanco con motivos chinos.
003. Tres galones de queroseno.
004. Un retractilado de los Power Rangers de 1999.
005. Dos sifones La Pitusa®.
006. Una tesis doctoral robada.
007. Un cuadro de estilo orientalista con al menos once moros en diferentes actitudes.
008. Una reproducción del cadalso donde fue ajusticiada Bertha Proudham.
009. Una viola criolla.
010. Un bote de aceitunas gazpacheras.
011. Un disco de vinilo bastante roto.
012. Un consolador Truckmann®, modelo B-111, azul y con bolillas.
013. Una foto de algún futbolista muerto a cuchilladas.
014. Un cúmulo de recuerdos de cuando mi hijo era tuno.
015. Un sobre de sopa de pollo con fideos, o dos.
016. Seis badajos de campana de diferentes tamaños.
017. Una bomba atómica.
018. Dos botes de blandiblú.
019. Cien flechas con puntas emponzoñadas.
020. Un rifle de goma.
021. Un disfraz de guardia civil.
022. Dos patitos.
023. Ciento once (111) mudas.
024. Ciento once (111) calzoncillos.
025. Ciento once (111) camisetas.
026. Doscientos veintidós (222) calcetines.
027. Una viuda portuguesa.
028. Un lacayo peruano.
029. Mi colección de sellos pornográficos.
030. Dos solsticios de verano.
031. Unas medias de doña Carmen Polo.
032. Un tremendo golpe en una de las corvas.
033. Un quinqué tornasolado.
034. Un gin-tonic.
035. Otro.
036. Un mapa actualizado de Laponia.
037. Un cubrejorobas (tapajibas) tapatío.
038. Un koala ambidiestro.
039. Una lámina con un grabado original de Durero.
040. Una moto añeja.
041. Una falda muy corta, muy corta, como de puta o así.
042. Una botella de vinagre de Jerez.
043. Una caja de caliqueños.
044. Un cartuchito de bisagras oxidadas.
045. El amor de mi vida.
046. Una mesa de billar redonda.
047. Un juego de poleas convertibles.
048. Dos metopas de arenisca.
049. Tomos sueltos de la Enciclopedia Vaticana.
050. "Diario de una golfa" De Sam Wittgenstein Jr.
051. 250 gramos de mojama.
052. Dos toneladas de helado Häagen-Dazs de dulce de leche.
053. Un martillo de bolas.
054. Mi pomada de las hemorroides.
055. Una fallera mayor de la década de los sesenta.
056. Una reproducción en cera de mi cuñada Ramira.
057. Una tarta de boda gitana.
058. Un colibrí de nácar esculpido en tu pecho nacarino, oh, Carmiña de mis amores.
059. Una araña de las gordas, de las que tienen pelitos.
060. Una grúa gigantesca.
061. Dos entradas para una velada de lucha libre.
062. Uniformes de brigadier de varios países de la OCDE.
063. Mil soldaditos de plomo, todos iguales menos once.
064. Un codicilo.
065. Una historia de los tracios.
066. Los aparejos de pesca de alguien de la vecindad.
067. Tres tupperwares grandes y dos muy pequeños.
068. Una estatua ecuestre de un indio.
069. Las flores del pretil de tu escote soberano.
070. Babuchas de piel de reno.
071. Semillas de fresno.
072. Una barretina XXL.
073. Los planos de La Condomina.
074. Un vaciado en yeso de mi culo.
075. Una voltereta con tirabuzón.
076. Un cimborrio de platino.
077. Mis audífonos de doble membrana.
078. Mis cremas Q10 Pretty Skill.
079. La ballesta de mi abuela.
080. Diez paquetes de pipas Sayma®.
081. La concatenación de hechos necesarios para que un hombre acabe siendo eunuco en un harén cualquiera.
082. Unos versos de un poeta-juez.
083. Una trenza arrancada de cuajo.
084. Un pinsapo ardiendo.
085. Una tricotosa.
086. Un formón de los caros.
087. Varios sombreros de copa.
088. Un saco de mandioca.
089. Una blusa transparente con mangas evasé.
090. Una armadura de acero inoxidante.
091. Un brujo cualquiera del Sudán.
092. Una Fender Stratocaster.
093. Un alfanje muy usado.
094. Dos bolsas de plasma fresco.
095. Una jineta disecada por alguien llamado Bruno.
096. Una collera de galgas.
097. Una figurilla pringosa de pitufo comprada en un chino.
098. Unas pestañas postizas.
099. Un reloj de coco.
100. El palio de la Quinta Angustia.
101. Un ejemplar de la Constitución en bable.
102. Las portadas de todos los discos de Jaime Morey.
103. Un saco de baratijas para engañar a los indígenas.
104. El Botafumeiro (no "un" botafumeiro, sino "el" Botafumeiro).
105. Un suspensorio o, en su defecto, un holograma del mismo.
106. Una mujer como es debido.
107. Un repelente de personas.
108. Una caja de Pandora, o un cuerno de la abundancia, o una manzana de la discordia, es lo mismo, pero sólo una de las tres cosas.
109. Un hisopo de vanadio.
110. Una lata pandereta de zamburiñas.
111. Ciento once (111) lingotes de oro.


25.9.15

357. Teodora, Justiniano y Belisario



       El cuádriceps de la luna me oblonga la mirada en esta noche de cielos musculosos y tersa melancolía. La oscuridad tiene muescas, son como diminutas luces embozadas en sus bordes imprecisos. Son destellos inconclusos, cuya misión es dar fe de la presencia plena de lo oscuro en esta noche desarbolada, plana, sin puntos de fuga ni contrastes de finitud cercanos. No es la nada esta noche, sino algo parecido; para serlo necesitaría del aliento vacío de un cuervo innecesario, o del leve aleteo de una lechuza inexistente, o del susurro inacabado de un dinosaurio extinto. No es la nada esta noche, sino algo parecido. En esta luz que desvanece la otra luz que ya se fue, se disipan realidades y certezas, huellas y misterios de inframundos conocidos. Es la ausencia de luz, el fragor de la carencia, el futuro de la aurora, que yace inerte en la eterna duda de una verdad transparente, quizá falsa o esquiva de tan lejana. No es la nada esta noche, sino algo parecido. ¿Y las estrellas? ¿Qué jiga de compases ancestrales ejecutan esta noche de luciérnagas confusas? ¿Qué planta es aquélla que se fusiona y disgrega al ritmo de cometas sediciosos o fraternos? ¿Qué vorágine de esplendores insonoros despliegan esos astros desconocidos, esos astros de espuma crepitante y fulgor atomizado? Pero en lo ínfimo de ser, vivo. Ya no caben en mi noche más infinitos, solo vivo y vivo sólo en mundos pequeños, que vibran nerviosos, que ruedan ajenos como canicas en el bolsillo de un niño divino, de un niño atrofiado en dimensiones agotadas. Y el sueño que no llega, que cesa cuando llega, que viene huyendo de vigilias somnolientas, de duermevelas insomnes. Es un desnivel de la conciencia que, en su distorsión, acompaña al traqueteo ferroviario en que nos sume la vida, o el miedo a la vida, o el terror a la no-vida que es la noche y el miedo inherente a la muerte. No es la nada esta noche, sino algo parecido.